A 6 kilómetros de Roseta, descarriló el Tren "Bala"
La máquina se incendió y los vagones chocaron entre sí
La lámina de un carro guillotinó a muchas personas
Muchos murieron por falta de auxilio.
Los cadáveres regados porque no llegó el agente del ministerio público
La tranquilidad, la alegría y la felicidad que reinaban en el tren "bala", que procedente de Nogales, Sonora, se dirigía a Guadalajara, Jalisco, en solo dos minutos se transformó en llanto, gritos, búsqueda de familiares... en fin una tragedia de grandes consecuencias. Estos dos minutos que transportaron a la eternidad a muchos inquietos pasajeros, se pueden registrar entre las 12:40 y 12:42 horas del día 11 de julio de 1982.
El mencionado convoy pasó por la Estión Ruiz a las 12:05 horas y ahí fue abordado por algunas cien personas, que con optimismo se dirigían principalmente a esta ciudad y a Guadalajara; cinco minutos más tarde partió y haciendo honor a su mote se dirigía a velocidad considerable. Aproximadamente a las 12:30 horas, apareció un bello panorama, el río Santiago con su caudal, llevando agua revolcada proveniente de la extensa región que cruza. Pasamos la presa Amado Nervo y luego el primer tunel, pero apenas dejábamos de comentar sobre la obscuridad, cuando se escuchó el chirriar de frenos, el ajetreo de los carros que violentamente abandonaban la vía, otros chocaban entre sí, y un carro se estrelló contra una piedra saliente, destrozando la mitad del vagón y las láminas se convirtieron en una terrible guillotina que mutiló a muchas personas de manos, cabezas, cintura, piernas, etc.
Eran las 12:42 horas en nuestro relojs y la tragedia a decir verdad apenas comenzaba.
Los pasajeros del vagón décimo, salimos de nuestro letargo y abandonamos la unidad que creíamos se volcaría.
Al principio creímos que sólo era un descarrilamiento, pero nuestro primer encuentro con el brazo de una mujer, en cuya muñeca lucía una pulsera y una argolla matrimonial, brazo que un conductor se empeñaba en ocultar cubriéndolo con láminas, nos hizo ver la realidad, había ocurrido un trágico accidente.
Y caminamos un poco para escuchar los gritos de "carnal ayúdame", "hagan algo por mí, todavía estoy vivo", por ellos nada se puede hacer decía un señor robusto, al tiempo que señalaba un montón de partes de cuerpos, un joven pedía un golpe para morir porque estaba prensado entre los fierros retorcidos y sólo se le veía la cara.
En este panorama deprimente inició el lento auxilio de los sobrevivientes hacia sus familiares y otras personas, se empezó a retirar a algunos heridos de los carros y de la vía porque se preveía un incendio, ya que la máquina número 526 que jalaba el convoy -cuyo maquinista era José Luis Velasco y el conductor Rogelio Ayón-, se incendió al frenar y quedó a unos cien metros de retirada del primer vagón que jalaba y durante ese trayecto empezaron a quemarse todos los durmientes, mientras los carros tiraban diesel.
VIAJE ACCIDENTADO
Algunos viajeros procedentes de Nogales señalaron que el viaje fue muy accidentado, que al pasar por el desierto de Sonora falló el aire acondicionado y el agua se acabó y fue hasta que llegaron a la ciudad de Mazatlán, cuando en el transcurso de 45 minutos abastecieron al tren de agua y combustible y además le anexaron a los 15 carros que habían partido de Nogales dos más, mismos que -según los pasajeros- provocarían más tarde el accidente ya que los que pasaban sobre esos vagones afirmaban que se jalaban demasiado y que el muelleo era diferente al de los demás. En fin quizá este fue sólo una de las causeas que provocaron la catástrofe.
Los carros donde se registraron más pérdidas humanas y heridos fueron cinco, del tercero al séptimo, el quinto se estrelló contra la roca y contra ese el sexto. Fue en este vagón donde las personas que viajando en los pasillos observando la panorámica que ofrecía el río Santiago, testigo mudo de esta tragedia, quedaron muertos de pie y a su alrededor otros muertos prensados desde el estómago y los otros sólo prensados de los pies. Entre ellos se registraron actos de heroísmo. Uno para no aprisionar a los que estaban abajo de él se colgaba de un hule de la vetntanilla de un cristal que se había roto y se conformó con que se le pusiera una maleta que le sirviera de almohada en la cabeza, otra mujer ofrecía la mitad de su dinero si la sacaban, otros pedían calma indicando que nada se podía hacer ante los fierros retorcidos y un "gordito" soportaba pacientemente, pedía que retiraramos a una señora que estaba inconciente y que sus pies le molestaban.
Y decía que a esa hora la tragedia comenzaba porque los muertos en ese momento eran contados y algún empleado de ferrocarriles decía que llegarían helicópteros de salvamento, que llegaría un tren hospital, que vendría el convoy de la cruz roja, el ISSSTE, IMSS y los cuerpos de rescate, pero pasaban los minutos difíciles, en los que una acción mínima hubiera salvado algunas vidas, y los mentados servicios no llegaban mientras unos heridos se desangraban y otros se retorcían enmedio de gritos y lamentaciones, en tanto otras personas en círculos más reducidos empezaron a elevar plegarias a dios, por sus muertos y porque no fuera a llover.
SE TARDARON DEMASIADO EN AUXILIAR
Así transcurrió el tiempo, se dijo que trasladaran a los heridos a unos trescientos metros, sitio hasta donde llegaría una máquina a recogerlos, pero fue hasta las 14:11 horas cuando llegó una máquina con algunos trabajadores de vía y media hora más tarde llegó una cuadrilla de socorristas de la Cruz Roja y del grupo de emergencias, y una hora más tarde se llevaron a los primeros heridos a la estación de Jesús María Cortés, donde se decía que eran esperados por ambulancias de los distintos hospitales. Posteriormente llegó un motor con dos remolques y dos máquinas más, quedó claro el pésimo servicio que tiene esa empresa, ya que cerca de quince heridos de suma gravedad fueron colocados en las tarimas del motor y cuando todo estaba listo para que partiera la máquina del vehículo no arrancó y fue preciso que le desprendieran los remolques y lo empujaran para que arrancara, pero esta maniobra era tardada porque la vía tiene una pendiente y se tardaron más de media hora en llevarse a estos quince heridos graves.
Y los lesionados seguían esperando, así como los demás pasajeros, que en el transcurso de la espera sólo recibieron de ferrocarriles un barril de agua, y para saciar la sed, había que tomar el agua contaminada del río.
En este transcurso hicieron su aparición algunos licenciados que se comprometían a llevar el pleito de los heridos ante los FFCC, y algunos agentes de las funerarias locales que ya estaban reclamando cadáveres.
Fue hasta las 19:11 horas cuando llegó una máquina con algunos doce vagones que fueron abordados por los pasajeros, mientras elementos del ejército pedían a los hombres que ayudaran a subir a los heridos para los que se destinaron los últimos tres vagones, mismos que fueron ocupados totalmente.
Como decíamos anteriormente en el sexto vagón estaba prensado un señor gordito y a las nueve de la noche todavía no podía ser sacado, algunos de sus compañeros ya habían muerto y él con los pies destrozados todavía se aferraba a vivir y pedía que lo sacaran, pero uno de los que ordenaba dijo que sólo se le haría la lucha otros quince minutos y al no poder hacerlo se optó por designar una comisión que continuara la maniobra de rescate y se dijo que una ambulancia lo esperaría en Jesús María Cortés para hacer el traslado, así partió el tren del kilómetro 1,429, hacia esta ciudad a las nueve treinta de la noche, para hacer una parada en la estación indicada, donde efectivamente estaban concentrados los cuerpos de salvamento y a su paso subieron a auxiliar a los heridos, para llegar a esta ciudad a las 10:55 aproximadamente.
LOS CUERPOS REGADOS PORQUE EL MINISTERIO PÚBLICO NO FUE
Aunque el accidente ocurrió a las 12:42, como decíamos al principio, todavía a las 9 de la noche no llegaba el agente del ministerio público a dar fe de los que se encontraban muertos por lo que a esa hora permanecían esparcidos en unos ciento cincuenta metros partes de cuerpos, como cabezas, manos, piernas etcétera y se decía que algunas personas convertidas en despreciables "chacales" se dedicaban a desprender de las manos anillos, pulseras, y relojes. Pero eso no pudieron hacer con un brazo que quedó prensado en lo alto de un vagón y que lucía una pulsera y un anillo en los dedos de la mano.